Crónica de Carlos Ramirez, que ha ganado una suscripción durante un año a la revista Concrete Wave.
Fotos: Jórge LaChicaDeLaCurva.
«Ya estoy aquí, parece mentira, después de varias horas calentando ha llegado el momento. Estoy en la cima de esta magnifica cuesta, no noto la piernas, pero estoy decidido a darlo todo. Oigo una voz detrás de mi diciéndome que es mi turno y que me lance cuesta abajo de una vez, hago caso ¡aya voy!. Mi long hace a la perfección lo que le pido bajo mis pies, bombeo un par de veces para coger algo mas de velocidad. Empiezo a ver cámaras a lo lejos, esto es una sensación única e inigualable, de repente un escalofrío recorre toda mi columna vertebral; no sé si es por los nervios o por los cientos de ojos puestos en mí sin que yo pueda identificarlos. Ya se hace visible la zona destinada para los slides pero… ¡algo va mal! Choco mis manos para oír el sonido de los guantes e infundirme algo de confianza, pero choca una mano contra otra y me doy cuenta que no llevo los guantes puestos. Me toco la cabeza y no tengo el casco, el long coge velocidad y yo estoy paralizado. Cuando voy a comprobar el resto de mis protecciones me temo lo peor, pero el problema es que es verdad; no tengo ni rodilleras, ni coderas. Me intento tranquilizar cerrando los ojos, pero cuando los abro estoy casi encima de un árbol, no tengo tiempo para reaccionar y… Mis ojos se abren, me concentro un poco y miro en todas direcciones, lo veo todo negro. Estiro la mano y consigo alcanzar el interruptor de al lado de la cama, encendiendo la luz, me siento, y después de unos minutos de relajo por fin me levanto. Me doy cuenta de que todo lo anterior ha sido un sueño, lo pienso detenidamente y caigo en que todo ha sido culpa del nerviosismo por el acontecimiento de esta noche: la Noche en Blanco, un evento que llevo esperando toda una semana y por fin ha llegado el día. Después de varias horas de vídeos de long me levanto, cojo mi tabla y me voy para Moyano.
Entro al retiro por la entrada de la Puerta de Alcalá, veo un par de longuers, les saludo y sigo subiendo hacia el estanque desde donde continúo hasta la cuesta del Retiro. En la parte de arriba me encuentro con mis colegas y otros cuantos longuers. Después de un rato ya hemos visto bajar a más de diez. Empezamos haciendo unas cuantas bajadas para calentar un poco, pero no todo es perfecto, como las ruedas de mi long son demasiado blandas cada vez que intento hacer un derrape el suelo escupe la tabla haciéndome salir por los aires. Después de una hora pegándome una torta detrás de otra decido descansar un poco y beber algo, mientras observo como realizan los derrapes el resto de los ahí presentes.
Ya falta poco para que empiece el Slide Fest de LaChicaDeLaCurva y llegan más y más longers de todas partes, comienza el espectáculo y somos muchos los que disfrutamos de los derrapes tan guapos que se están viendo en la cuesta del Retiro. Me llama la atención la cantidad de gente que hay con cámaras haciendo fotos o grabando vídeos.
Pasa un rato y por fin se anuncia el comienzo del concurso de slides, una gran cantidad de skaters suben arriba de la cuesta para demostrar lo que valen.
Después de muchos derrapes, unos muy buenos, otros malos y algunas tortas, se anuncia al ganador. Al acabar realizamos una bajada por la cuesta de Moyano todos juntos, y nos desplazamos a la tienda ‘Caribbean’. Una vez allí nos dan algo de comer y de beber pero estamos demasiado cansados con lo que no dura mucho el pequeño tentempié (más bien poco). Con un rato de espera con los colegas, unos descansando, otros de pie y el resto jugando al SKATE, llega el momento deseado por muchos ¡la entrega de camisetas!
Cuando todo el mundo (o la mayoría) tenia la suya nos dirigimos a Moyano ‘arrasando’ todo por la calle Alfonso XII. La espera es aprovechada por todos los skaters; unos hacen derrapes, otros gusanos siguiéndose los unos a los otros y los demás simplemente hacen bajadas de vez en cuando para no quedarse fríos. Hay un skater que intenta ponerse en la tabla haciendo el pino y luego darle una vuelta para ponerse otra vez de pie, pero le es imposible en todos sus intentos. Esperamos hasta las 23:20 y cogemos el cercanías hacia Nuevos Ministerios. Durante el trayecto vamos gritando, cantando o simplemente haciendo ruido, y todo esto sin ninguna razón en especial, por el simple hecho de querer montarla o por pura diversión. Una vez llegamos a nuestro destino nuestra espera es más amena gracias a un par de skaters que intentan grindarse las barandillas de Nuevos Ministerios con poco éxito pero muy aclamados. Llega el momento de la foto, nos ponemos todos a piña y cantamos el cumpleaños feliz a uno de los presentes, acto seguido llega la bajada a Colón.
La bajada para mi no es exitosa debido a que sólo parte del camino está cortado al trafico. El resto del trayecto tenemos que hacerlo por la acera por el mal estado de la carretera. Aunque hay ciertos choques y parones por parte de los longuers la bajada en sí está entretenida y divertida. La calle Génova es nuestro siguiente objetivo: todos estamos cansados por el gran esfuerzo que supone subirla, pero aun siendo tarde la gente sigue pensando y lo hace de forma ingeniosa agarrándose a coches o autobuses que pasan por la zona. Llegamos arriba, tiramos por una callejuela a la izquierda que nos lleva al infierno de la Gran Vía. Pero en el trayecto todo parece irme demasiado bien, cuando veo la cantidad de gente que nos hace pasillo para dejarnos el camino libre una bolsa de plástico se me engancha en la rueda trasera y se enrolla en el rodamiento, esto hace que me quede el último de todos (o eso creía yo). Pero después de 10 minutos con la bolsita consigo moverla y arrancarla continuando mi camino.
Lo de Gran Vía es un completo infierno, es imposible no sólo patinar sino andar por ahí. Tardo poco en engancharme al grupo de cabeza lo que me permite bajar con cierta soltura el resto de la Gran Vía. Cuando llegamos a la parte inferior subimos por la calle Princesa. Al llegar arriba mucha gente piensa que nos dirigimos hacia el parque del oeste, sin embargo bajamos Princesa por donde habíamos subido.
Al llegar abajo mi noche se acaba, me voy a casa tranquilamente por las no poco llenas calles de Madrid.
Este acontecimiento ha sido una experiencia inolvidable y espero que haya sido igual para el resto de los cientos de longuers que estuvimos presentes.»
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Muy buen relato…
Enhorabuena por ese premio merecido.