Y a mí también.
Los pintail, con su estática clásica, tienen un encanto y un sabor especiales, una belleza y una gracia que no son fáciles de encontrar en la mayoría de las tablas de los últimos años, tan especializadas y utilitarias y en las que todas las formas están pensadas para algo (y no se me entienda mal: eso es genial, pero ya se sabe que «el sueño de la razón produce monstruos», y algunas de las tablas más valoradas de ahora, a la vista son verdaderos engendros). Pocas tablas pueden igualar la belleza de una G&S pintail 44″.
Los pintail tienen ese punto de nostalgia y de conexi?n con el surf clásico, un poco como los mini cruisers lo tienen con los comienzos del skate, y ofrecen un disfrute visual y unas sensaciones de carveo y flow más auténticas (t? también te has dao cuenta de que soy un pureta patoso, ¿no?).