Hola gente, simplemente quería compartir el recuerdo por este hombre, que llen? mi adolescencia de fantas?a, de sentido y de ideas. El que no haya leído a Bradbury, ya está tardando, vale la pena y engancha muchísimo, una gran prosa fant?stica (no tan estrictamente argumental, que te transporta más). Eso sí, empezad por libros de cuentos, El hombre ilustrado, Crónicas marcianas, por ejemplo, que son cuentos separados con alguna mínima temítica rectora.
Os dejo una de mis citas favoritas. Es de la novela Fahrenheit 451. Montag, el protagonista, recibe una explicación de su jefe de por qué los bomberos (en el futuro en que se ambienta la novela) han dejado su tradicional trabajo para dedicarse a rastrear y quemar libros…
«Como las universidades producían más corredores, saltadores, boxeadores, aviadores y nadadores, en vez de profesores, cr?ticos, sabios y creadores, la palabra ‘intelectual’, claro está, se convirtió en el insulto que merec?a ser. Siempre se teme a lo desconocido. Sin duda, te acordarás del muchacho de tu clase que era excepcionalmente inteligente, que recitaba la mayoría de las lecciones y daba las respuestas, en tanto que los demás permanec?an como muñecos de barro, y lo detestaban. ?Y no era ese muchacho inteligente al que escogían para pegar y atormentar después de las horas de clase? Desde luego que sí. Hemos de ser todos iguales. No todos nacimos libres e iguales como dice la Constituci?n, sino HECHOS iguales. Cada hombre, la imagen de cualquier otro. Entonces, son todos felices, porque no pueden establecerse diferencias ni comparaciones desfavorables. Un libro es un arma cargada en la casa de al lado. Qu?malo. Quita el proyectil del arma. Domina la mente del hombre. ¿Quién sabe cuál podría ser el objetivo del hombre que leyese mucho? ?Yo? No los resistiría ni un minuto. Y así, cuando, por último, las casas fueron totalmente inmunizadas contra el fuego, en el mundo entero ya no hubo necesidad de bomberos para el antiguo trabajo. Se les dio una nueva misi?n, como custodios de nuestra tranquilidad de espíritu, de nuestro pequeño, comprensible y justo temor de ser inferiores. Censores oficiales, jueces y ejecutores. Eso eres t?, Montag. Y eso soy yo.»